Olímpicos
¿Quién no soñó alguna vez, formar parte de una delegación deportiva que represente a los colores del país? Está claro que se trata de una aspiración tan legítima como poco alcanzable, mucho más si la pirámide demográfica no tiene una base demasiado grande que mejore esa probabilidad.
Nuestra ciudad ha estado representada por media docena de deportistas de diferentes disciplinas a lo largo de las últimas décadas; en realidad son cinco pero lo sumamos a Ricardo Senn por considerarlo vecino por adopción y que "Chocolate" Raffaelli, a pesar de haberse clasificado en 1980 con la selección de básquetbol no pudo competir afectado por el boicot al que se sumó nuestro país contra la organización rusa (en esa época Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).
Por lo tanto, las oportunidades se concentran en pocos casos y muy esporádicos, tanto que, debimos esperar 16 años para que pase nuevamente el tren donde se subirían jóvenes nacidos en nuestra tierra.
Aquí, desde Rio de Janeiro, donde escribo este informe, son dos los deportistas nacidos en Rafaela que transitan por la Villa Olímpica entre conmovidos por semejante oportunidad que el destino y sus condiciones les ofrece y la necesidad de encontrar un momento mágico para destacarse en deportes colectivos altamente competitivos y rigurosos.
Roberto Acuña y Axel Werner además de compartir la misma cuna filial, comparten el mismo origen formativo; Atlético los cuidó y educó desde niños y les acuñó un espíritu de competencia del que ambos hacen gala por estos lugares, donde cotiza el sentido de pertenencia como en ningún otro episodio deportivo.
Otro valor que los equipara, es la necesidad del amparo familiar, como resistiéndose a cortar ese cordón umbilical que el deporte profesional le sugiere; son pibes todavía, no han terminado el proceso de maduración personal y sin embargo, envueltos en esos cuerpos exuberantes, ya son tratados rigurosamente por los aficionados y el mercado mismo.
Los invito a un encuentro que lo siento periodísticamente como imborrable e histórico para la ciudad y ellos. Compartiendo esa seducción, dejaron por un rato las restricciones de la Villa Olímpica y los bucólicos hábitos de esa especial concentración para participar de un mano a mano en la zona internacional que se convierta en un testimonio para los nuevos tiempos y una buena expresión de deseo para que otros rafaelinos amplíen ese listado exclusivo.
EL "TORO" ACUÑA
“La verdad que es algo muy hermoso estar acá y la ceremonia inaugural se disfrutó muchísimo, se me caían las lágrimas y lo abracé a un compañero que también era su primer juego olímpico, es increíble”, dice desde la altura de sus 2,08 mts que lo convierten en un indiscutible pivot.
Lo consultamos sobre la sensaciones por integrar este equipo emblemático con jugadores al borde del retiro como Ginóbili, Nocioni y Scola: “Procuro que no me influya esta cuestión, estoy trabajando muy duro, hice una buena preparación y soy consciente que estoy con parte de la generación dorada, pero no me pesa porque tengo el apoyo de ellos y eso me deja muy tranquilo”.
Llegó el momento de invitarlo a la nostalgia y preguntarle por Rafaela. “Siempre me acuerdo de Rafaela, que es mi ciudad; me fui a los 18 pero tengo amigos, hermanos y regreso periódicamente; en este momento pienso en los entrenadores que tuve en Atlético y tantas cosas que viví con mi familia, cuando ayudaba a mi vieja o a mi viejo que trabajaba en el campo, imágenes que se me presentaron cuando vi pasar la antorcha olímpica y todo lo que ahora estoy disfrutando”, confiesa.
Respecto de entrenarse al lado del mejor jugador de la historia de nuestro país dijo que “lo aprovecho a full, entreno muy concentrado, sé que si hago las cosas bien Manu puede recomendar mi trabajo y pueden verme desde otros lados; es un sueño, siempre lo veía por la tele y ahora estoy compartiendo con él, es un sueño”.
El "Toro", como lo apodan, tiene la mirada serena y evita confesar su conmoción, pero todos sabemos que la procesión va por dentro y que ojalá sea para apuntalarlo en esta nueva etapa.
AXEL DE LA CREMA
“Es una experiencia única en muchos aspectos, pero desde lo deportivo es maravillosa; lo que es el día a día y lo que significa la convivencia con tantos deportistas de elite, uno se da cuenta de la magnitud de un torneo en el que no sólo compite el fútbol sino todos los deportes", expresa Werner.
¿Cómo juegan en tus emociones todos los acontecimientos que en poco tiempo se te fueron presentando?. “Sin dudas que por el tiempo en el que se dieron, suenan muy fuertes; en menos de 6 meses se dio todo esto de debutar en el arco de Atlético, integrar este Sub 23 y la transferencia al Atlético de Madrid, pero me he preparado para esto. Tengo que estar tranquilo y no confundirme, no nublarme para aprovecharlo y también disfrutarlo”, admite.
Finalmente, deja un comentario sobre la convivencia en la Villa Olímpica: “Nosotros estamos aparte del resto de la delegación argentina, en otro edificio, son lugares sencillos, muy distintos al confort al que está acostumbrado el futbolista y eso está bueno porque nos hace ver otra realidad, la del resto de los deportes”.
Nos tomamos una foto para la posteridad y nos fuimos cada uno a lo suyo; este cronista a intentar contar esta historia, a redactar un acontecimiento sin antecedentes para Rafaela y los pibes a trabajar; el sueño terminó, todo esto es una gratísima realidad.