MARTINO PONE SU MIRADA EN RUSIA
Nunca la melancolía fue un sentimiento acertado para aplicar en un deporte tan cruel con la historia al momento de ejercitar la memoria, pero tampoco hay que desdeñarla, nos trasporta a momentos muy gratos y nos recuerdan que hubo un tiempo donde los proyectos y la coherencia de su desarrollo fue vital para que se transformaran en esos títulos que ahora, parecen desfilar ante los ojos de todos los argentinos sin detenerse en calle Viamonte.
Excepto una franja medida desde la salida de Marcelo Bielsa hasta el convenio con Alejandro Sabella, el fútbol argentino también sabe de grietas, Julio Grondona conservó mayor lucidez en la política de selecciones que en la destinada a los torneos domésticos. En ella sucumbieron apellidos pesados que ya no encontrarán plafón en futuras gestiones ya sea por los desatinos o por la sinuosa providencia que bendice a algunos y abandona a otros en instancias decisivas.
Pekerman ha sido un hombre carente de ese ángel que lo empujara a la consagración en el mundial de Alemania en 2006; Basile, el modelo de un entrenador desgastado y con escaso agiornamiento para la ocasión; Maradona, el límite entre la autoridad por historia y la escasa idoneidad para afrontar un cargo mayúsculo en la copa de Sudáfrica y Batista, el más grande de los desacierto de un Grondona culposo con la generación del 86.
Fueron apenas 6 años pero que parecieron siglos en los cuales se acumularon en fila, momentos de sinsabores e incertidumbre que terminaron de liquidar una generación de estupendos futbolistas vacios de logros, algunos de ellos, esenciales como la Copa América disputada en nuestro país en 2011 que dejó secuelas que todavía no han cicatrizado del todo.
SABELLA PARA ORDENAR, MARTINO PARA CONSTRUIR
No se trata de un adecuado slogan de ocasión, es parte de un apotegma que define una aspiración parcialmente alcanzada desde que prescribieron las oportunidades para los improvisados. Alejandro Sabella, había llegado para poner la vara del trabajo mucho más alta y la del debate, por debajo de los promedios históricos. Esa combinación le quitó temperatura a las polémicas en relación a la selección mayor; el perfil de ese jefe de grupo rápidamente repercutió como un bálsamo en el convulsionado campamento de Ezeiza y todos se abocaron a la tarea de la reconstrucción; ya no se hablaba de señores dotados con poderes extraordinarios sino de equipo de trabajo y consenso, valores enemistados con las causas nacionales.
Los resultados, a la vista; Argentina a puro mérito deportivo sin caudillos prepotentes ni alardes presuntuosos, disputó mano a mano el mayor título del mundo ante los alemanes hace un año en Brasil; en la solitaria cúspide se ubicó el equipo europeo y todo lo demás, quedó para el análisis de los más optimistas ya que la mayoría sintió que la frustración se tornaba crónica.
Gerardo Martino, no heredaría un caos, sino un trabajo que fue como una puesta en valor de esos recursos humanos que solo el fútbol de nuestro país puede ofrecerle a cualquier seleccionador y esta realidad perdura, aún con el ardor a cuesta de otra final perdida en este caso, hace un puñado de semanas en Santiago de Chile.
Una vez más y a pesar de acceder a dirimir una condición de monarca en de nuestro continente, la derrota a manos de los locales, derramó otro mar de lágrimas que dañó la credibilidad del plantel para instancias de este tipo.
Ahora, el nuevo entrenador debe resolver un par de temas cuya visibilidad no es tan clara; uno se ubica en lo táctico ya que a partir de las dificultades que mostró Argentina en el encuentro ante los chilenos, para muchos de orden físico, es evidente que los rivales cualquiera sea el tenor de los mismos, se adecuan a su propuesta pero la contrarrestan con alarmante facilidad; los casos de Jamaica y Colombia , este último disminuido en la
última Copa América, advierten claramente sobre lo previsible de su juego y la otra cuestión hace foco en Lionel Messi, nuevamente sindicado como el responsable de la derrota por el mal estado individual en lo físico y la escasa gravitación de su futbol en lo colectivo. Esas discrepancias que no alienta ni comparte el cuerpo técnico, tendrán que ser resueltas ya que, es un hecho que Messi no estará en los amistosos del próximos mes y su presencia en los dos primeros partidos de la Eliminatorias para el Mundial Rusia 2018, es de difícil resolución.
Pues entonces, los desafíos siguen siendo significativos a pesar de disponer de un staff de jugadores brillantes y una disciplina de trabajo lejos de las rebeldías.